Antiguos Astronautas: el intrigante origen de la humanidad
4 min readLa teoría de los antiguos astronautas se sustenta en evidencia antiquísima sobre la existencia de supuestos viajeros espaciales. Por ejemplo, un conjunto de pinturas rupestres en Val Camonica, Italia, contienen representaciones de dioses olvidados. Pese a que se pintaron alrededor del 10,000 a.C., algunos sugieren que se trata de seres de otros mundos. Según estas personas, extraterrestres con inteligencia avanzada a los que refieren como antiguos astronautas, visitan la Tierra desde hace mucho.
También afirman que ese contacto entre extraterrestres y humanos promovió el desarrollo tecnológico, cultural y religioso de las civilizaciones en nuestro planeta. El aspecto de la religión es de particular interés para quienes promueven la teoría de los antiguos astronautas. Pues argumentan que las deidades en la mayoría de las religiones son extraterrestres. Mismos que obsequiaron su tecnología como evidencia de su poder divino.
Evidencia sobre los antiguos astronautas.
Gracias a escritores como David Icke, Erich von Däniken y Robert K. G. Temple la teoría de los antiguos astronautas empezó a popularizarse en la última parte del siglo XX. Es un recurso muy socorrido por las tramas de ciencia ficción y, afortunadamente, la cosa se queda allí. La comunidad científica desestima la idea de que antiguos astronautas visitaban a nuestros antepasados. Y aunque surgieron algunos estudios sobre el tema, recibieron poca atención.
A menudo, los defensores de esta teoría sostienen que los humanos descienden o fueron creados directamente por viajeros espaciales que visitaron nuestro planeta hace miles de años. La evidencia de que gran parte del conocimiento, religión y cultura de la humanidad vino de visitantes interplanetarios sería que implementaron una “cultura madre”.
Otras aseveraciones sugieren que la humanidad floreció como civilización avanzada hace muchísimo tiempo en la Tierra. Y que la presencia de los antiguos astronautas marcó el regreso de descendientes humanos cuya población terminó separándose de los terrestres.
Generalmente, tanto la comunidad académica como los escépticos suelen descartar y ridiculizar estas ideas. Los seguidores de la teoría de los antiguos astronautas buscan defenderse sacando a flote supuestas lagunas en los registros arqueológicos. A menudo sugieren que la ausencia de evidencia histórica sólo se explica por la existencia de estos visitantes alienígenas.
Objetos arqueológicos imposibles.
Los objetos arqueológicos anacrónicos también son referidos como evidencia de la teoría. A menudo, estos Ooparts (del inglés Out-of-place artifact) guardan relación con supuestas capacidades tecnológicas de culturas históricas asociadas. Uno de los ejemplos más citados por los defensores de la teoría de los antiguos astronautas son las pirámides de Egipto.
Y en lo que respecta a leyendas u obras de arte milenarias, suelen interpretarlas como representaciones de un contacto con tecnologías avanzadas provenientes del espacio. Arqueólogos e historiadores aclaran que los huecos en el conocimiento contemporáneo del pasado de ninguna forma sirven como evidencia para suposiciones tan descabelladas.
Promotores de la teoría de los antiguos astronautas.
El mundo académico considera que no existe evidencia alguna que sustente las ideas sobre los antiguos astronautas o paleocontacto. Irónicamente, científicos de la talla de Francis Crick, quien contribuyera al descubrimiento de la estructura de doble hélice en el ADN, apoyan el concepto de panspermia. Esta idea sugiere que especies extraterrestres avanzadas “sembraron” vida en la Tierra con el único propósito de garantizar la prevalencia de la misma.
Crick consideraba que las primeras formas de vida eran algas azul verdes, y que los extraterrestres repitieron el proceso en muchos planetas similares al nuestro. Es más, en su libro Life Itself llegó a imaginar que posiblemente emplearon lanzaderas no tripuladas en el proceso de colonización interplanetaria.
Sagan y Shklovski.
Carl Sagan es otro científico que sugirió la posibilidad de que sucediera un contacto extraterrestre en la historia de la humanidad. En el libro Intelligent Life in the Universe, escrito en 1966 en colaboración con el astrofísico Iósif Shklovski, Sagan dedica un capítulo entero al tema.
Sin embargo, ambos tuvieron cuidado de advertir que se trataba de ideas especulativas no comprobadas. A partir de tecnologías establecidas o en desarrollo durante la década de 1960, Shklovski y Sagan consideraban posible que vida extraterrestre hiciera un viaje interestelar a velocidades inferiores a la de la luz. También creyeron factible las múltiples visitas de extraterrestres a la Tierra. Además, veían en las narrativas precientíficas un medio potencialmente confiable para describir el contacto con extraterrestres.
Uno de los ejemplos de paleocontacto referidos por Shklovski y Sagan son los cuentos de Uanna. Este ser mitológico, parecido a un pez, estuvo ampliamente ligado a las matemáticas, agricultura y artes entre los primeros sumerios.
Rectificación científica.
En 1979, Carl Sagan publica El cerebro de Broca. En esta obra, el astrofísico sugiere que Shklovski y él pudieron inspirar la fiebre de publicaciones sobre los antiguos astronautas en la década de 1970. Particularmente desaprobó a von Däniken, a quien acusó de hacer pasar simples especulaciones como evidencia válida del contacto extraterrestre.
Sagan aclaró que ciertamente existen muchos artefactos y leyendas fuera de lugar, a menudo citadas como prueba de la teoría de los antiguos astronautas. Pero, muy pocos van más allá de una simple anécdota, y fácilmente podrían explicarse a través de teorías convencionales.
Sagan también se retractó de su conclusión previa sobre que las visitas extraterrestres a la Tierra eran posibles, aunque no probadas. Finalmente señaló que eran improbables.